martes, 17 de enero de 2017

DIARIO DE UN SWITA: La segunda sesión en el instituto (por Jose A. Valdés, of course)

¡Esto ya está en marcha! Cada vez somos más los grupos de SWITAs que estamos llegando a los colegios e institutos de la Comunidad de Madrid en nuestra búsqueda y captura de bacterias productoras de antibióticos. Yo mismo ya estoy en marcha junto con mis compañeros SWITAs Vico, Bea, Penélope, María y Dani bajo el mando de la doctora Carmina Rodríguez (que es la monda explicando a los chicos que vamos a hacer “Máster Lab” en lugar de “Máster Chef”).

Mi grupo ya ha recorrido una parte muy importante del camino. Veréis: los chicos nos trajeron ya sus muestras de suelos. Procedían de sitios muy diferentes, tales como huertos, sus propias macetas, suelos de su pueblo, parques, jardines… ¡incluso hubo quien trajo una muestra de esa sustancia tan zoológica que se acumula en el fondo de los acuarios! Y allá que vamos.

Todos cogieron un gramo y solo un gramo de su muestra y con agua destilada enrasaron hasta los 10 mililitros. O sea, una dilución 1:10 de toda la vida. Ya tenían su “muestra madre”. Para homogeneizarla bien les llevamos unos instrumentos (que en el laboratorio llamamos “vórtex”) que les tuvieron entretenidísimos: son unos receptáculos de goma en los que al presionar con su tubo de “muestra madre” se produce tal vibración que todo lo que hay dentro del tubo se mezcla mejor que en una coctelera.

Y de ahí las diluciones seriadas. Les llevamos unos pequeños tubos (que en el laboratorio llamamos “Eppendorf” por la marca comercial que los fabrica, al estilo de lo que pasa con los pañuelos de papel o “Kleenex”) en los que tenían que introducir novecientos microlitros de agua destilada. ¡Microlitros! Imaginaos a los chicos con las pipetas automáticas, un instrumento muy sofisticado que permite tomar cantidades mínimas de líquido y que los SWIs ya han aprendido a usar desde ahora para siempre.

 Ya tenían sus cinco Eppendorf con sus novecientos microlitros de agua en cada uno. Pues a estos, nuevamente con las pipetas automáticas, debían añadir cien microlitros del “tubo madre” en primer lugar, y después tomar los 100 microlitros de cada uno de los Eppendorf anteriores para ir haciendo diluciones 1:10. La primera, con sus novecientos de agua y sus cien de la dilución 1:10 madre, será ya una dilución 1:100. Así hasta la última, la dilución 1:1.000.000. Sí que queda diluido…

Y después de esto, a sembrar. Por cada dilución a partir de la 1:1000 (que llamamos -3 por aquello de diez a la -3) los chicos tenían dos placas Petri. En nuestro caso, una tenía medio TSA 10% y la otra era un medio para actinomicetos. A ver qué encontramos. De cada uno de los Eppendorf sacaron cien microlitros y los sembraron en las dos placas. Para que quedara todo bien repartido, usamos unas cuentas de vidrio estériles dentro de las placas y después a agitar. Como unas maracas.


Ya tenemos estas placas dentro de la estufa a 30ºC. Lo sé porque yo mismo las metí, junto con la profesora Carmina Rodríguez. Ahora a esperar a ver qué sale. Lo que haremos después con las colonias que consigamos lo podéis averiguar simplemente leyendo algún Diario de un SWITA anterior, pero qué queréis que os diga, yo creo que es mejor que esperéis a que os lo cuente por aquí. Ay, y el jueves que viene examen de Microbiología en el Grado en Farmacia. Que Leeuwenhoek nos pille confesados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario