sábado, 18 de marzo de 2017

DIARIO DE UN SWITA (enésima entrega, por Jose A. Valdés)


¡Ay, queridos lectores microbiológicos, cuánto hacía que no nos veíamos por aquí! Esto no es por casualidad: los equipos del SWI estamos terminando nuestra labor exógena (¡salvo alguna excepción!) y no salimos de los laboratorios. Por cierto, queridos SWIs: ya sabéis que estáis invitados (¡invitadísimos!) a venir a vernos a nosotros y a vuestras colonias de bacterias. ¡Cómo no, después de lo bien que nos habéis acogido en vuestros colegios e institutos!
Por aquí nos hemos puesto seriamente microbiólogos: las bacterias que habíais encontrado, aislado y enfrentado en combate altruista contra los malvados ESKAPE (¡pobrecitos ESKAPE: como dice el famoso escorpión de la fábula “es su naturaleza”!) no tenían DNI. Vamos, que sabíamos cómo eran, qué hacían, de dónde venían… pero no sabíamos quiénes eran. ¿Y cómo puede uno enterarse de eso? ¡Pues poniéndose seriamente microbiólogo!
Lo primero que hacemos, como bien saben nuestros SWITAs ya, es dividirlos según la tinción de Gram. ¿Os acordáis de aquella historia que nos contaba la doctora Carmina Rodríguez hace unos diarios? ¡Sí, hombre! ¡Aquella de indios y de vaqueros! Pues eso es la tinción de Gram. De este modo, si los vemos azuladitos los llamamos positivos y si aparecen tirando a rosa pálido, negativos. Además, como ya los vemos, aprovechamos para catalogarlos según su forma. ¡Pues es usted un bacilo! ¡Pues es usted un coco! ¡Encantado de conocerle!
Luego vienen pruebas bioquímicas. Esto ya es para nota. Intentamos averiguar sus rutas metabólicas poniéndoles cebos y si pican los cazamos. Que vemos que hace burbujitas en contacto con el agua oxigenada: catalasa positivo. Y es que la catalasa convierte (¿magia? ¡Enzimas!) el H2O2 en H2O y oxígeno. Precisamente esas burbujitas son el oxígeno que nos saluda. Que le hacemos la prueba de la oxidasa y nos dice que sí, pues oxidasa positivo. Esta prueba ya son palabras mayores para explicarlo por aquí. Quedaos con que detrás tiene una reacción redox. Pero eso es para segundo de SWI.
Les preguntamos más cosas: les preguntamos si se mueven, si están más cómodas con o sin oxígeno, si les gusta más el frío o el calor (esto lo comprobamos de decepción en decepción: ¡Carmina, esta noche a treinta grados no nos ha crecido nada!) y con todos esos datos nos vamos al API (Analytical Profile Index, arsa y olé) que se parece al “Quién es quién”: el mío tiene sombrero, tiene barba, ojos verdes y fuma en pipa. ¡Entonces es Peter!
En eso estamos. Todas las colonias de bacterias tienen que acabar con su DNI. Quién sabe si alguna será un nuevo descubrimiento. Os diré un secreto: ya no nos importa tanto el descubrimiento revolucionario. Estamos tan contentos con el camino que se nos ha borrado el fin. O el medio se ha convertido en el fin, que para el caso, tanto da.
No queremos despedirnos del SWI. Ni los SWIs, ni losSWITAs, ni los SWIPIs, ni este cronista microbiólogo con sustrato de periodista. Por suerte, parece que no habrá que despedirse: el @SWISpain ha llegado para quedarse. Ahora solo queda que los que tienen que encargarse de que podamos sobrevivir (¡con lo baratitos que somos! ¡Y con todo el bien que hacemos!) nos miren con buenos ojos. Y lo harán. Apasionar a cientos de chicos de ESO y de Bachillerato como ha conseguido el SWI no tiene precio. O no debería tenerlo.