¡Ay, queridos lectores microbiológicos, cuánto hacía que no
nos veíamos por aquí! Esto no es por casualidad: los equipos del SWI estamos
terminando nuestra labor exógena (¡salvo alguna excepción!) y no salimos de los
laboratorios. Por cierto, queridos SWIs: ya sabéis que estáis invitados
(¡invitadísimos!) a venir a vernos a nosotros y a vuestras colonias de
bacterias. ¡Cómo no, después de lo bien que nos habéis acogido en vuestros
colegios e institutos!
Por aquí nos hemos puesto seriamente microbiólogos: las
bacterias que habíais encontrado, aislado y enfrentado en combate altruista
contra los malvados ESKAPE (¡pobrecitos ESKAPE: como dice el famoso escorpión
de la fábula “es su naturaleza”!) no tenían DNI. Vamos, que sabíamos cómo eran,
qué hacían, de dónde venían… pero no sabíamos quiénes eran. ¿Y cómo puede uno
enterarse de eso? ¡Pues poniéndose seriamente microbiólogo!
Lo primero que hacemos, como bien saben nuestros SWITAs ya,
es dividirlos según la tinción de Gram. ¿Os acordáis de aquella historia que
nos contaba la doctora Carmina Rodríguez hace unos diarios? ¡Sí, hombre!
¡Aquella de indios y de vaqueros! Pues eso es la tinción de Gram. De este modo,
si los vemos azuladitos los llamamos positivos y si aparecen tirando a rosa
pálido, negativos. Además, como ya los vemos, aprovechamos para catalogarlos
según su forma. ¡Pues es usted un bacilo! ¡Pues es usted un coco! ¡Encantado de
conocerle!
Luego vienen pruebas bioquímicas. Esto ya es para nota.
Intentamos averiguar sus rutas metabólicas poniéndoles cebos y si pican los
cazamos. Que vemos que hace burbujitas en contacto con el agua oxigenada:
catalasa positivo. Y es que la catalasa convierte (¿magia? ¡Enzimas!) el H2O2
en H2O y oxígeno. Precisamente esas burbujitas son el oxígeno que
nos saluda. Que le hacemos la prueba de la oxidasa y nos dice que sí, pues
oxidasa positivo. Esta prueba ya son palabras mayores para explicarlo por aquí.
Quedaos con que detrás tiene una reacción redox. Pero eso es para segundo de
SWI.
Les preguntamos más cosas: les preguntamos si se mueven, si
están más cómodas con o sin oxígeno, si les gusta más el frío o el calor (esto
lo comprobamos de decepción en decepción: ¡Carmina, esta noche a treinta grados
no nos ha crecido nada!) y con todos esos datos nos vamos al API (Analytical Profile Index, arsa y olé)
que se parece al “Quién es quién”: el mío tiene sombrero, tiene barba, ojos
verdes y fuma en pipa. ¡Entonces es Peter!
En eso estamos. Todas las colonias de bacterias tienen que
acabar con su DNI. Quién sabe si alguna será un nuevo descubrimiento. Os diré
un secreto: ya no nos importa tanto el descubrimiento revolucionario. Estamos
tan contentos con el camino que se nos ha borrado el fin. O el medio se ha
convertido en el fin, que para el caso, tanto da.
No queremos
despedirnos del SWI. Ni los SWIs, ni losSWITAs, ni los SWIPIs, ni este cronista
microbiólogo con sustrato de periodista. Por suerte,
parece que no habrá que despedirse: el @SWISpain ha llegado para quedarse.
Ahora solo queda que los que tienen que encargarse de que podamos sobrevivir
(¡con lo baratitos que somos! ¡Y con todo el bien que hacemos!) nos miren con
buenos ojos. Y lo harán. Apasionar a cientos de chicos de ESO y de Bachillerato
como ha conseguido el SWI no tiene precio. O no debería tenerlo.
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