¡Ay, queridos lectores! Pero hoy ¡ay! de
verdad. Todos los caminos tienen una meta. O casi todos (aunque a mí, tras
mucho pensar, no se me ha ocurrido ninguno famoso que no la tuviera). Si vas
por el de Santiago acabarás en el Obradoiro. Si vas por el de la Amargura quién
sabe dónde acabarás. Y si, como nosotros, has venido por el camino del SWI
todos estos meses ya ves la meta en el horizonte.
El día 27 de abril, jueves, llega el
broche de oro, la guinda del pastel, el lazo del regalo y todas las metáforas
que se os ocurran a vosotros (¡pensad un poco!). Aquí se va a juntar todo el
mundo: por supuesto, estará el grandísimo jefe SWIPI, Víctor J. Cid, que nos
trajo desde Yale este proyecto que ya forma parte de nosotros. Estarán los
SWIPIs que nos han dirigido tan maravillosamente hasta esta meta. Estaremos los
SWITAs, diario incluido, para contarnos los unos a los otros qué fue de
nosotros. Y (¡cuánta alegría!) vendrán algunos de los SWIs y sus profesores de
los colegios e institutos a los que hemos ido.
Además, tenemos invitados de lujo. Viene
D. Fernando Peláez, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y
presidente electo de la Sociedad Española de Biotecnología. Él nos contará por
qué es tan difícil descubrir nuevos antibióticos. Y Dª Lourdes García López de
la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma
nos hablará del “Aprendizaje-Servicio” y su impacto social.
Antes de esto os tengo que contar que aún
hay otra joya en la corona. Muchos de los SWITAs llevamos nuestro proyecto a
las famosísimas Jornadas Complutenses. Había pósteres y comunicaciones orales;
y venían de todas partes: de Biología, de Veterinaria y, por supuesto, de
Farmacia (digo por supuesto porque, por si aún no lo sabéis, de ahí es de donde
viene este cronista que os ha acompañado tantos meses…).
Y nos lo premiaron. El SWI se ha llevado dos premios de las Jornadas Complutenses. No os podéis imaginar lo feliz que
me hace poder deciros esto: uno de los premiados fue mi propio equipo. Yo mismo
junto con mi compañera Penélope defendimos la ponencia.
Dani, Vico, Bea y María nos jaleaban desde el auditorio. Y nuestra SWIPI la
doctora Carmina Rodríguez (¡aquella protagonista de la película de indios y
vaqueros para las tinciones Gram!) de directora de orquesta. Cada vez que yo
iba a decir algo la miraba e inmediatamente (¡telepatía!) oía lo que Carmina me
estaba diciendo que dijera. Así es facilísimo ganar.
Me despido de todos, queridos lectores,
con el corazón en el teclado. O con las teclas en el corazón. O con las teclas
en el teclado. Eso sin duda. Acaba aquí la andadura de este diario que empezó
cuando el SWI era un pequeño embrión. Esperemos que ya ande solo. Para mí ha
sido un placer contaros todo lo que pasaba, puertas adentro, puertas afuera, en
esta maravillosa iniciativa. Esto no se puede quedar aquí: el SWI ha venido
para quedarse. El año que viene volveremos a la carga con más SWITAs, más SWIs
y más, muchísimas más colonias de bacterias. Y yo, con permiso de los jefes,
aquí estaré para contarlo todo. Qué
queréis que os diga: después de todo esto veo mucho más cerca el descubrimiento
de nuestro nuevo antibiótico: la Complutensina.
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